jueves, 16 de agosto de 2012

Cultura viva y cultura de élite


Por Francesco Taboada Tabone*
Este artículo se publicó el 15 de agosto en El Sol de Cuernavaca.

Ceremonia del kokoneton en Cuentepec. Foto Fernanda Robinson

   El origen de la cultura en el territorio que hoy corresoponde al estado de Morelos fue generada por los pueblos indígenas que actualmente son parte de nuestra sociedad. Durante siglos, primero bajo el marco de un mismo proyecto civilizatorio y posteriormente bajo un contexto de opresión colonial y después liberal, se formó en las comunidades un cúmulo de conocimientos que permitieron una reproducción cultural dinámica y vanguardista que hemos heredado. Fue aquí, en tiempos de la Revolución, donde se creó el corrido suriano que dio vida el instrumento conocido como bajo quinto. También aquí se montaron las grandes obras de teatro campesino como la Loa a Agustín Lorenzo, el Reto del Tepozteco y Los Doce Pares de Francia. Es en Morelos donde se genera el gran testimonio de las guerras libertarias en la memoria oral de sus luchadores. La historia contada de boca a boca fue determinante para transmitir no sólo hechos sobresalientes o anécdotas familiares sino sistemas de preservación de la cultura y de transmisión del conocimiento inherentes a los pueblos que no siempre corresponden a los cánones de comprensión de las sociedades semiescolarizadas y mediatizadas en las que vivimos. Recuerdo que cuando entrevisté a don Chon, Concepción Amazende Choca, en Tepalcingo, me contaba: “…vendía frutas porque mi tata me mandaba… así de frutero me metía entre los soldados para escuchar lo que decían y luego, pos contárselo a mi tata… fue por ahí que alcancé a ver a ese que decían emperador, Masimiliano ¿verdá?” A don Chon lo entrevisté en 1998, tenía cien años y su edad no le permitía haber sido testigo de la guerra en contra de los franceses. En ese momento creí espontáneamente que don Chon confundía al imperio con la Revolución. Días después, entrevistando a más veteranos, descubrí que don Chon, como otros, lo que hacía era contar su pequeña historia en primera persona tal y como su abuelo se la había transmitido, es decir, no pretendía haber estado en el tiempo del segundo imperio sino simplemente respetar una metodología de preservación del relato.
Para los pueblos indígenas cada elemento que forma parte de su comunidad es parte de su cultura: las bodas, las fiestas patronales, los rezos, el levantamiento de cruz, la sanación de un enfermo, el pedimento a los aires, la recolección de ranas y renacuajos antes de las lluvias y la de chapulines antes de la cosecha, la zafra, las marchas, las asambleas, contar una historia o representar el mito de la creación. Para los pueblos la cultura se genera en lo cotidiano, en el diario vivir. No es necesario entrar a un recinto a una hora determinada para “ver” cultura. Ésta se construye entre todos, en comunidad y es lo que la hace eminentemente participativa.

Hoy muchas de las proezas culturales de nuestro Morelos se han ido perdiendo debido al franco desprecio que algunos sectores de nuestra sociedad encumbrados en la toma de decisiones han demostrado por la cultura indígena. Desde mediados del siglo pasado se ha iniciado un proceso de extinción de la lengua náhuatl en nuestro territorio. En gran medida gracias a los vanos esfuerzos de la Secretaría de Educación Pública por efectivamente instaurar una justa educación bilingüe en las escuelas rurales. La brecha entre la cosmovisión indígena y la sociedad urbana es cada vez más grande, pues no existe en la toma de decisiones la idea de multiculturalidad y de manera unidireccional se ejecuta una política de imposición de una cultura dominante contraviniendo así a los tratados internacionales que México ha firmado en reiteradas ocasiones y al desarrollo global del planeta en el que la autonomía y la autodeterminación de los pueblos son elementos que hacen a las naciones engrandecerse y evolucionar. Con la línea de imponer y no de proponer una política cultural, los presupuestos para los creadores indígenas han sido limitados comparados a los que se generan para la ciudad capital. Ésto, aunado al desinterés y a la emigración hacia el norte de varios guardianes culturales de los pueblos en los últimos diez años, ha provocado pérdidas en nuestro patrimonio cultural: se ha dejado de representar los Doce Pares de Francia y la Loa; el bajo quinto, instrumento legendario con el que Marciano Silva compuso los corridos más apasionados sobre la gesta zapatista, ya casi no tiene ejecutantes y es muy difícil escucharlo; la lengua madre cada vez se oye menos en Hueyapan, Tetelcingo, Xoxocotla y Santa Catarina, sólo Cuentepec promueve con orgullo el uso de la misma; pocos niños y jóvenes de Jojutla, Cuautla, Temixco, Emiliano Zapata, Jiutepec y Cuernavaca conocen la “cultura viva” de los pueblos. La cultura impuesta también ha creado la percepción de que es necesario ser parte de una élite para “entenderla”, aislando así la participación decidida de los integrantes de la sociedad que son invitados como simples observadores al hecho o evento cultural y no como generadores de cultura.
La nueva administración debe voltear hacia las manifestaciones culturales de los pueblos que son pilar fundacional de la sociedad a la que pertenecemos. La política cultural en Morelos debe generarse de adentro hacia fuera y no al contrario. La nahuatlización debe ser uno de los ejes que permitan la integración de los ciudadanos a una visión local que encuentra su originalidad en lo global. No debemos repetir esquemas sino crear estructuras basados en nuestras sólidas raíces culturales. La nueva autoridad cultural debe forzosamente implementar una dirección de cultura nahua y nahuatlatos deben ser parte del consejo de cultura. Sólo así comenzaremos a dar los primeros pasos para una reconciliación cultural en nuestro estado y comenzar a saldar una deuda histórica que nos permita disfrutar de forma participativa de nuestra propia herencia.

*Francesco Taboada Tabone cursó la maestría en Estudios Mesoamericanos en la UNAM y es autor de los largometrajes 13 Pueblos en defensa del agua, el aire y la tierra, Los Últimos zapatistas y Tin Tan. www.francescotaboada.com