Por Francesco Taboada
Tabone*
Este artículo se publicó el 15 de agosto en El Sol de Cuernavaca.
Ceremonia del kokoneton en Cuentepec. Foto Fernanda Robinson
El
origen de la cultura en el territorio que hoy corresoponde al estado de Morelos
fue generada por los pueblos indígenas que actualmente son parte de nuestra
sociedad. Durante siglos, primero bajo el marco de un mismo proyecto
civilizatorio y posteriormente bajo un contexto de opresión colonial y después
liberal, se formó en las comunidades un cúmulo de conocimientos que permitieron
una reproducción cultural dinámica y vanguardista que hemos heredado. Fue aquí,
en tiempos de la Revolución, donde se creó el corrido suriano que dio vida el
instrumento conocido como bajo quinto. También aquí se montaron las grandes
obras de teatro campesino como la Loa a Agustín Lorenzo, el Reto del Tepozteco
y Los Doce Pares de Francia. Es en Morelos donde se genera el gran testimonio
de las guerras libertarias en la memoria oral de sus luchadores. La historia
contada de boca a boca fue determinante para transmitir no sólo hechos
sobresalientes o anécdotas familiares sino sistemas de preservación de la
cultura y de transmisión del conocimiento inherentes a los pueblos que no
siempre corresponden a los cánones de comprensión de las sociedades
semiescolarizadas y mediatizadas en las que vivimos. Recuerdo que cuando entrevisté
a don Chon, Concepción Amazende Choca, en Tepalcingo, me contaba: “…vendía
frutas porque mi tata me mandaba… así de frutero me metía entre los soldados
para escuchar lo que decían y luego, pos contárselo a mi tata… fue por ahí que
alcancé a ver a ese que decían emperador, Masimiliano ¿verdá?” A don Chon lo
entrevisté en 1998, tenía cien años y su edad no le permitía haber sido testigo
de la guerra en contra de los franceses. En ese momento creí espontáneamente que
don Chon confundía al imperio con la Revolución. Días después, entrevistando a
más veteranos, descubrí que don Chon, como otros, lo que hacía era contar su
pequeña historia en primera persona tal y como su abuelo se la había transmitido,
es decir, no pretendía haber estado en el tiempo del segundo imperio sino
simplemente respetar una metodología de preservación del relato.
Para
los pueblos indígenas cada elemento que forma parte de su comunidad es parte de
su cultura: las bodas, las fiestas patronales, los rezos, el levantamiento de
cruz, la sanación de un enfermo, el pedimento a los aires, la recolección de
ranas y renacuajos antes de las lluvias y la de chapulines antes de la cosecha,
la zafra, las marchas, las asambleas, contar una historia o representar el mito
de la creación. Para los pueblos la cultura se genera en lo cotidiano, en el
diario vivir. No es necesario entrar a un recinto a una hora determinada para “ver”
cultura. Ésta se construye entre todos, en comunidad y es lo que la hace eminentemente
participativa.
Hoy
muchas de las proezas culturales de nuestro Morelos se han ido perdiendo debido
al franco desprecio que algunos sectores de nuestra sociedad encumbrados en la
toma de decisiones han demostrado por la cultura indígena. Desde mediados del
siglo pasado se ha iniciado un proceso de extinción de la lengua náhuatl en
nuestro territorio. En gran medida gracias a los vanos esfuerzos de la
Secretaría de Educación Pública por efectivamente instaurar una justa educación
bilingüe en las escuelas rurales. La brecha entre la cosmovisión indígena y la
sociedad urbana es cada vez más grande, pues no existe en la toma de decisiones
la idea de multiculturalidad y de manera unidireccional se ejecuta una política
de imposición de una cultura dominante contraviniendo así a los tratados
internacionales que México ha firmado en reiteradas ocasiones y al desarrollo
global del planeta en el que la autonomía y la autodeterminación de los pueblos
son elementos que hacen a las naciones engrandecerse y evolucionar. Con la
línea de imponer y no de proponer una política cultural, los presupuestos para los
creadores indígenas han sido limitados comparados a los que se generan para la
ciudad capital. Ésto, aunado al desinterés y a la emigración hacia el norte de
varios guardianes culturales de los pueblos en los últimos diez años, ha
provocado pérdidas en nuestro patrimonio cultural: se ha dejado de representar
los Doce Pares de Francia y la Loa; el bajo quinto, instrumento legendario con
el que Marciano Silva compuso los corridos más apasionados sobre la gesta
zapatista, ya casi no tiene ejecutantes y es muy difícil escucharlo; la lengua
madre cada vez se oye menos en Hueyapan, Tetelcingo, Xoxocotla y Santa
Catarina, sólo Cuentepec promueve con orgullo el uso de la misma; pocos niños y
jóvenes de Jojutla, Cuautla, Temixco, Emiliano Zapata, Jiutepec y Cuernavaca conocen
la “cultura viva” de los pueblos. La cultura impuesta también ha creado la
percepción de que es necesario ser parte de una élite para “entenderla”,
aislando así la participación decidida de los integrantes de la sociedad que
son invitados como simples observadores al hecho o evento cultural y no como
generadores de cultura.
La
nueva administración debe voltear hacia las manifestaciones culturales de los
pueblos que son pilar fundacional de la sociedad a la que pertenecemos. La
política cultural en Morelos debe generarse de adentro hacia fuera y no al
contrario. La nahuatlización debe ser uno de los ejes que permitan la
integración de los ciudadanos a una visión local que encuentra su originalidad
en lo global. No debemos repetir
esquemas sino crear estructuras
basados en nuestras sólidas raíces culturales. La nueva autoridad cultural debe
forzosamente implementar una dirección de cultura nahua y nahuatlatos deben ser
parte del consejo de cultura. Sólo así comenzaremos a dar los primeros pasos
para una reconciliación cultural en nuestro estado y comenzar a saldar una
deuda histórica que nos permita disfrutar de forma participativa de nuestra
propia herencia.
*Francesco
Taboada Tabone cursó la maestría en Estudios Mesoamericanos en la UNAM y es
autor de los largometrajes 13 Pueblos en
defensa del agua, el aire y la tierra, Los
Últimos zapatistas y Tin Tan.
www.francescotaboada.com